Mictia y el acoso en Ciudad de México: un caso que expone los riesgos del streaming en vivo

La reconocida creadora de contenido Mictia, originaria de Venezuela y participante en eventos populares como los Squidcraft Games, vivió recientemente una experiencia que ha generado gran preocupación en la comunidad de streamers. Lo que inició como un viaje a la Ciudad de México con fines laborales y personales terminó convirtiéndose en una situación de acoso que la obligó a modificar sus planes y regresar antes de lo previsto.
Un viaje profesional que se volvió una pesadilla
En mayo de 2025, Mictia viajó a México para realizar transmisiones del tipo IRL (In Real Life), una modalidad en la que los creadores interactúan en tiempo real desde lugares públicos. Durante los primeros días, compartió colaboraciones con otros influencers y emitió en vivo desde distintos puntos de la capital mexicana. Sin embargo, su audiencia notó rápidamente una actitud inusual: cortes repentinos, una expresión tensa y miradas recurrentes hacia su entorno.
Todo esto tenía una razón: una persona comenzó a seguirla físicamente durante sus transmisiones, algo que pronto escaló más allá de lo virtual.

El encuentro que marcó un antes y un después
El episodio más alarmante ocurrió en un café, cuando un hombre se le acercó sin previo aviso. Se ubicó frente a ella, la observaba en silencio y le hablaba como si tuvieran algún tipo de relación cercana. Mictia, confundida, intentó manejar la situación de forma calmada y profesional.
Minutos después, al reanudar su transmisión, esta persona se sentó frente a ella, continuando con una actitud inquietante. Fue entonces cuando Mictia decidió pedir ayuda a su equipo y a otros colegas presentes. Lo más perturbador vino después: el individuo intentó integrarse al grupo como si fuera parte de él, solicitó una fotografía y expresó comentarios que daban a entender una conexión inexistente entre ambos.
Descubrimiento de mensajes previos
Tras el incidente, Mictia revisó sus redes sociales y encontró una serie de mensajes enviados por este mismo sujeto, en los que hablaba como si existiera una relación personal con ella. En ningún momento habían interactuado de forma mutua, y sin embargo, él se refería a ella como su “pareja”, insistiendo en que su relación debía mantenerse en secreto. Incluso aseguró que había viajado desde otra región del país exclusivamente para verla.

Declaración pública de la streamer
Días después, Mictia compartió su experiencia mediante una publicación en la red social X, explicando con claridad lo sucedido. Contó que el constante seguimiento, la presión emocional y el temor generado por esta persona la llevaron a suspender parte de su agenda y regresar antes a casa. También explicó que siempre ha sido muy reservada con su vida privada justamente para evitar situaciones similares, pero que en esta ocasión pensó que estaría a salvo por estar en lugares públicos y concurridos.
“Sentí miedo real. Esta persona no solo cruzó mis límites, sino que actuaba como si tuviéramos una relación. Fue algo que me generó mucho estrés y decidí hablarlo por mi bienestar y para dejar constancia de lo que viví.”
Un problema que afecta a toda la industria
El caso de Mictia evidencia una problemática que muchos creadores enfrentan: el acoso por parte de personas que confunden el contenido con una relación personal. En la industria del streaming, la cercanía con el público es parte del formato, pero eso no significa que deban sacrificarse la privacidad ni el bienestar emocional de los streamers.
Este tipo de situaciones demuestra que es necesario reforzar los límites, y que tanto las plataformas como las audiencias deben entender que la admiración no puede transformarse en comportamiento invasivo.
Una reflexión importante
Lo que vivió Mictia no debe ser visto como un caso aislado, sino como una advertencia. La vida en línea, por más pública que parezca, no da derecho a cruzar fronteras personales. Ser fan no implica tener acceso libre a la vida privada de nadie.
Mictia ha sido valiente al compartir su experiencia y su historia abre un espacio fundamental para conversar sobre el respeto y la seguridad en el entorno digital. Es momento de proteger más y juzgar menos. Porque nadie debería sentirse inseguro por hacer lo que ama.
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